jueves, 7 de agosto de 2008

exposicion artistico - artesanal auspiciada por el IOM

¿Cómo el arte, el artesanado, puede desbaratar,

Si puede decirse así, lo que se impone del síntoma

A saber, la verdad”

Jacques Lacan Seminario XXIII


Lo que soporta la obra:

Si bien Jacques Lacan a diferencia de Freud toma al alfarero como prototipo de la sublimación, e incluso indica en el Seminario “El Sinthome” al artesando como aquello que puede desbaratar lo que se impone del síntoma; no es muy común encontrar producciones de psicoanalistas que hagan referencia al papel de lo artesanal en Hospital de Día, quizás porque las elaboraciones respecto del papel de escritura son más claras, y resulta un poco más complicado el pensar lo artesanal a no ser que hagamos referencia a los últimos años de la enseñanza de Lacan.


El neologismo artesano-artista puede ser útil a la hora de establecer el por qué el artesanado se establece como una vía distinta a la del escrito con relación al tratamiento que se realiza del objeto a, entendiendolo en una primera instancia como aquello que queda localizado en el nudo borromeo a condición de construir un artificio que mantenga anundados RSI.


En la época de la pluralizacion de los nombres del padres, se hace más fácil no quedar atrapados en un discurso de lo artístico preso de un Ideal determinado, como ocurría en épocas anteriores donde se lo ligaba a determinada estética cultural que definia lo que era arte, de lo que no lo era. Advertidos de ello, quizás se facilita el poder pensar que la invención, lo artístico –al menos para el psicoanálisis – podría ligarse más a un saber-hacer que a una producción determinada, que el reconocimiento de determinada cultura no es condición necesaria y suficiente para decir “allí hay arte”, porque la sublimación antes que nada es un destino de la pulsión y del uso que el sujeto hace de ello.


Generalmente el hablar de la obra nos remite a lo singular, pero no necesariamente a lo único. Tanto el artista como el artesano-artista pueden pro-ducir más de una obra, encontrandonos por un lado con lo único de cada objeto artístico, pero también con aquello que Andy Warhol definía como “arte en serie”.


Cuando Pepe[1] dibuja a Lilith logrando que la voz deje de atormentarlo, no lo hace una sola vez sino que dibuja series de ella, para luego dibujar distintas mujeres. No es un único acto sino que se le hace necesario para mantener su estabilización la producción de dibujos en un momento, de escritos en otro. Pepe circunscribe el objeto de diversa forma, de igual manera sucede Francisco[2] para quien amasar pan todos los días se convierte en una forma sublime de “multiplicar los panes” permitiendole producir algo del nombre propio.



Los objetos del artesanado nos introducen en el problema de la sustancia ¿De qué sustancia hablamos en los dibujos de Lilith? ¿y en los panes?. A partir del pro – ducto podemos interrogarnos sobre aquello en lo que se sostiene.


De acuerdo al diccionario de Filosofía de José Ferrater[3] Mora el término substancia significaría “lo que está debajo” de las distintas cualidades o accidentes, sirviéndoles de sostén, pudiendo cambiar sus cualidades manteniéndose el soporte. Podemos suponer que cualquier objeto puede abrigar otra cosa; para avanzar en ello se hace necesario plantear la distinción aristotélica entre sustancia primera y sustancia segunda; para utilizar dichos conceptos como aproximación al entendimiento de la relación con lo que el psicoanálisis denomina sustancia gozante, entendida como el objeto a y su vinculación con la obra artística. La sustancia segunda sería aquello singular que contiene a la sustancia primera; en los ejemplo planteados, los dibujos de Lilith o los panes.


Desde un esquema de producción artesanal – artísitica podríamos decir que en los talleres se pro - ducen determinados objetos partiendo de distintos materiales que definimos como sustancia segunda, compartiendo la característica de ser sustancias sensibles que hacen de soporte a la sustancia primera. Los materiales con los que se realiza la obra nos permiten plantear dos cuestiones que resultan fundamentales a la hora de tratar de pensar el cómo operan los talleres:


· Los materiales que se utilizan tienen determinadas cualidades, y formas de trabajarlas. Que la obra realizada sea diversa no sería condición necesaria y suficiente para pensar que hay un cambio de la sustancia primera


· Si entendemos que el pro – ducto como aquello que conduce (ducere) delante de la vista a la sustancia primera, nos encontramos que para que la poiesis (hacer, producir en forma creativa, saber hacer) pueda realizarse, la Tejné (técnica) nos proporciona la posibilidad del hacer, y ella depende de los distintos materiales que se utilizarán (la sustancia segunda)


Evidentemente existen diferencias en la concepción de sustancia de la filosofía griega y el psicoanálisis. Para Aristóteles la sustancia primera plantea el problema del ser (ousía) como presencia y de esta manera, se desprende la sustancia del Ser como existente.[4] Para el psicoanálisis la sustancia primera nos plantearía el problema de la sustancia gozante, el objeto a y la sustancia segunda el de los objetos que se producen. Es un dato de la clínica el cómo en las distintas obras una misma especie del objeto a es la que se pone en juego, y por ello podemos pensar en la relatividad de los objetos en tanto estas sean capaces de pro – ducir la localización del objeto anudándolo mediante un artificio.


Horacio Wild

material extraido del texto "Fictiönis: teoría y práctica en Hospital de Dìa"



[1] Ver en este mismo texto el capitulo “Relatos de la clínica”

[2] Ver en este mismo texto el capitulo “Relatos de la clínica”

[3] Diccionario de filosofía José Ferrater Mora, Ed Ariel Filosofía

[4] Liliana Michanie en “Realidades y Artificios”, Ed EOL- Paidós, art. “La sustancia gozante”